La crisis constante del ser humano

22.06.2006 15:27

[1][2]Hubo una época conocida ahora como el momento de la Cultura Clásica, en la que el pensamiento filosófico floreció. Desde entonces y quizás antes, el hombre se ha preguntado qué lugar ocupa dentro del universo. En su actividad filosófica el ser humano especula. Sus explicaciones sobre su destino las encuentra dentro o fuera de sí mismo, justificaciones que parten de las llamadas objetividad y subjetividad, partes que se tocan, linderos propios del hombre.

            De esta suerte, en la antigua Grecia, la finalidad de la filosofía política griega era la conservación de la ciudad, de la vida pública social y la protección del patrimonio mediante un proceso de negociación. Esa finalidad estaba fundada en la creencia de una vida social natural al hombre. De ahí que se considerara la convivencia en grupo como la forma ideal de vida. El mismo Pericles aceptaba la diferencia, aprobaba la migración y el desarrollo de las capacidades individuales. Todo el fundamento de la vida social y política era por consecuencia, la educación; una educación liberal con finalidades de orden moral, con la existencia de una ciencia autónoma, fundada en la práctica de la filosofía fuera de la religión. Es con los griegos que aparece la autonomía del pensamiento, independiente de la religión y emancipado de la antropomorfización.

            Sin embargo, ninguna justificación dura para siempre y hubo de aparecer un grupo de individuos, llamados sofistas, entre los que se encontraban algunos filósofos, uno de los cuales fue Sócrates. Estos sofistas con su método basado en la dialéctica, aducían que la cultura se centra en el humano, en su razón, y alegaban que un argumento se puede relativizar y lo más grave, convertirse al absurdo. Lo que llevó a un ambiente de mucho escepticismo. De esta manera podemos considerar que los sofistas actuaron como la parte disidente, hacen entrar en crisis a la razón misma, por lo tanto, no hay un sentido último.

            Pero al hombre no le gusta sentirse perdido en la inmensidad del tiempo y del espacio e insiste en querer saber qué es lo que lo trasciende, qué permanece. Para contestar cuestiones tan legítimas, Platón habla de un mundo de las ideas, busca encontrar un bien último de belleza y de justicia. Sin embargo, pese a su esfuerzo de explicación, su pensamiento se ve confrontado con el de Aristóteles, quien plantea que se tienen que desarrollar una serie de ciencias, incluida la política. De esta forma, se enfrenta una crisis que se manifiesta en dos líneas: el escepticismo y el estoicismo. Lo que queda del estoicismo es la relación del humano con Dios, como una búsqueda de armonía interna. Y el escepticismo, como una suspensión del juicio.

            Toda esta crisis sacó del mundo las posibilidades de la justicia y del bien, y el hombre entonces los busca en un ser extramundano, a quien se le denomina con el nombre general de Dios. El problema es ahora: ¿Cómo se puede conocer la voluntad de Dios? La razón no nos lo puede decir, se apunta entonces a la fe.

            Durante la Edad Media predomina la fe, pero finalmente aparece de nuevo la crisis, ahora en un intento de conciliar la fe y la razón. Es entonces cuando empiezan a aparecer elementos que indican un cambio social. Ahora la sociedad ya no es espacial sino también temporal, una sociedad caracterizada no por el consumo sino por la adquisición. Etapa en la cual la política y la religión dejan de ser fines y se convierten en medios, pues los fines son estrictamente materiales. Los valores anteriores se sustituyen por otros individuales. Otra vez el cálculo de la racionalidad económica a través de un método de negociación. Todo se mide con base en el éxito económico.

            Después de pasar la Edad Media, el Renacimiento (y otros momentos filosóficos trascendentales, por ejemplo, con los racionalistas, quienes hablan de las ideas innatas en el hombre, y los empiristas, quienes sostienen que todo conocimiento está basado en los sentidos), hasta Kant, a quien se considera punto de partida para la filosofía moderna, llegamos a la época contemporánea.

            Esta crisis (la de los griegos) que muy probablemente haya sido factor determinante para el nacimiento del Cristianismo (y la del Medioevo, después), se ha mantenido hasta nuestros días. No importa si esas dos líneas (el escepticismo y el estoicismo) van cambiando de nombre, según se modifique el lenguaje, aparezcan nuevas teorías explicativas del ser y se actualicen conceptos. La respuesta a la pregunta, qué lugar ocupa el ser humano dentro del universo, tiene, al parecer, precisamente esas dos tendencias. Una de ellas radica en el mismo hombre, como sujeto, con su propio tiempo y su propio espacio; la otra, tiene que ver con lo externo, un más allá.

            Por una parte dejaron de ser planteados los problemas morales, se relegaron, por otra, los estudios adquieren independencia, el conocimiento vive del patrocinio público, pero la investigación científica depende del patrocinio privado. Ahora se requiere de una buena educación para dar cuenta y explicación de la riqueza de la clase social alta y esa misma educación juega un papel importante dentro de las clases dirigentes. Como el hombre ya está fuera del alcance de la religión y de cualquier otra influencia, libera su conciencia, no como una facultad sino como una propiedad. El hombre ‘huérfano’ ha tenido que ir solucionando las cosas en el mundo.

            Así las cosas, me pregunto qué sucede en estos tiempos. De todo el conjunto formado por la humanidad, exceptuando un bajo porcentaje, podemos decir que la gran masa que la compone, se divide en dos grandes grupos. Aquel que sufre de un gran escepticismo y el que va por el camino estoico. En la actualidad tenemos otra vez dos posibilidades para conducirnos. El asunto arranca cuando en esta sociedad se renuncia a la idea de lo abstracto y se enfrenta, por primera vez, cara a cara, con la ‘realidad’.

            Es ahora cuando vemos esos dos grandes grupos en que se encuentra dividida esta aldea global. Esas ramas se pueden etiquetar con diversos nombres: ricos/pobres, capitalistas/socialistas, idealistas/prácticos o, simplemente, los que se ubican en lo terreno, en el aquí y ahora, y aquellos que quieren creer en una explicación metafísica a su condición actual.

            Todos aquellos que logran alcanzar el éxito material, seguramente han optado por el escepticismo, no cabría otra explicación para su conducta individualista y ese afán adquisitivo que caracteriza a algunas comunidades del primer mundo. Pero, quienes no se encuentran suficientemente bien incrustados en el sistema social actual, y por consecuencia, no disfrutan de nuestro aparente progreso, seguramente tendrán que mantener ideas estoicas para aceptar el lugar que tienen bien determinado en el mundo. No habrá que esperar nada más que un beneficio posterior a esta vida.

 

Conclusión

Otra vez la misma crisis. Dentro de nuestros cuestionamientos buscamos comprender el orden social, pues si no existe un orden, la vida será un hecho injusto. En este sentido, en una ciudad, lugar que representa la vida social, todos los que viven en ella determinan la forma en que sus integrantes se conducirán para que se conserve la armonía dentro del grupo. La formación abarca la educación dentro de los núcleos familiares y la actividad académica. Lo que lleva a la colectividad a conservar un interés público y no privado. Pero como lo llamado objetivo no será sólo lo determinante en el hombre, pues lo subjetivo será irremediablemente parte de él, existe esa lucha constante dentro de sí para indagar su estancia en este mundo. Mientras tanto, tiene que vivir en él y hacerlo de la mejor manera posible. Así pues, la filosofía política nos lleva a ver cómo una sociedad, conformada por individuos, con sus creencias, sus pasiones, sus preguntas y objetivos, se ha ido desenvolviendo y desarrollando.



Texto publicado en Revista de las Fronteras, UACJ, Ciudad Juárez, Número 12, Año 3, 2009.

Texto de reflexión surgido a partir de la clase tomada con el Maestro Ulises Campbell, “Filosofía política” en el Curso Propedéutico para la Maestría en Filosofía. UACJ, Ciudad Juárez, junio del 2006.